Monday, December 3, 2007
LA BENDITA BOTELLA DE COLOMBIANA
Alex tiene una pistola y quiere matar a alguien. Está como loco, llevado por el diablo, por la rabia, por la desesperación...
A través de una serie de acontecimientos se acabó de enterar de que es adoptado. Y no sólo eso, sino de que sus padres biológicos se lo vendieron a la pareja a la que ha conocido toda la vida y que sin embargo ahora parece totalmente extraña, por un pase de heroína. Fue vendido por un pase de heroína. Sus padres eran drogadictos que no podían controlar el vicio y tuvieron que venderlo por un pase más. Alex se acaba de enterar de que para sus verdaderos padres valía sólo unos cuantos pesos.
Y eso no es todo. También se enteró de que su madre, ya rehabilitada, regresó años más tarde por él, pero que en un altercado que tuvo con la otra madre, no la de sangre sino la de sentimiento, murió. Parece ser que quería robarse al bebé que voluntariamente había entregado años antes y la otra madre, protegiendo al que ya consideraba como hijo propio, accidentalmente la mató. Una mamá le mató a la otra. Y que para que la policía no sospechara se hizo necesario desaparecer el cuerpo. Apenas su madre biológica murió fué desmembrada y atorada en un baúl viejo y sucio enterrado debajo de la piscina de la casa. Claro, ahora comprendía la razón por la cuál su madre había desaparecido de repente cuando él tenía 5 años: no había aguantado la presión y el remordimiento y se había suicidado. Desde ese época Alex se habia convertido en un muchacho callado, triste y con un carácter dificil...y ahora todo tenía una razón, una explicación. Para completar, su padre biológico, al tanto de todo, viene a vengar la muerte de su esposa y a conocer a su hijo.
Y para concluir el panorama desolador, su novia, con quien había estado los últimos meses y a quien quería demasiado ya, había roto la relación esa mañana...
Alex tiene 14 años y todo eso es demasiada carga para asimilar en un sólo instante, mucho más a esa edad. Siente una avalancha inmanejable de emociones y se le sube no sólo el ritmo cardíaco sino la sangre a la cabeza: está todo rojo de la furia y casi no puede respirar. Y en un acto reflejo de su mente joven e inexperta, causado por un inquebrantable deseo de venganza sube hasta el cuarto de sus padres y saca la pistola que guardan en el armario. No está seguro de si ir a dispararle a alguien o si mejor va a pedir explicaciones, lo que si sabe es que tiene que detonar toda la furia que lo envenena, y mejor si lo hace con la pistola. Desenfunda el arma y sale disparado del cuarto principal derecho a la calle.
No sabe porqué pero termina dirigiéndose a la casa vecina donde vive su ex novia. Golpea con agresividad y lo recibe la ahora ex suegra, una señora buena gente y racional que trata de calmarlo. Él no responde a ningún intento de compasión ni de lástima y le pone la pistola a la señora en medio de los ojos. Ella, que siempre tuvo algo de ascendencia sobre él le implora que se tranquilize...
Alex...por Dios...cálmate...
-No me diga que me calme...no me diga que me calme vieja Hijue&@X%&!!!...no me diga lo que tengo que hacer!!!- decía Alex con los ojos bien abiertos y sudando de la exaltación...
Pero Alex...que pasó...?...porfavor cálmate...perdón perdón...más bien dime que te pasa...
Alex le retira la pistola de la cara y con la misma expresión de furia desbordada se aleja un par de pasos y se recuesta sobre la alacena. Mira hacia abajo, como avergonzado, como sin saber quién es realmente...en realidad, en ese momento no sabía quien era, sí sabía que el Alex que siempre conoció no existía más...
"Hhhhmmmhmmm...nada....no me pasa nada...sabe qué mejor no me pregunte..."
Alex se queda en silencio con la vista hacia abajo y la señora, intentando llevarlo a una confesión trata de hacerlo sentir querido, bienvenido, comprendido, y se le ocurre ofrecerle algo para la sed.
"¿Quieres algo de tomar?"
Alex asiente con la cabeza. -Quiero una gaseosa.
Y en medio de toda la turbulencia, de los sentimientos encontrados y de las ganas de hacer daño, del desespero por no saber quién se es y del miedo por no saber lo que se viene, en medio de todo ese momento culminante lleno de duda y angustia existencial, la señora se acerca a la nevera, saca una gaseosa y se la entrega a Alex. Ëste pone la pistola encima del gabinete, y apenas lo hace súbitamente y de la nada la luz natural de la cocina empieza a brillar un poco más y el tiempo comienza a transcurrir más despacio, como en slow motion. Con igual sorpresa una ventana cercana repentinamente se abre porque el pelo de Alex empieza a moverse en un suave y rítmico vaiven, como si estuviera por debajo del agua y al tiempo que va colocando su mano izquierda lentamente sobre su cintura con la otra va tomando la botella que se lleva a la boca, mientras va cerrando lentamente los ojos, lenta y sensualmente como modelo de comercial en una playa. Y a medida que atónitos somos testigos de como Alex deja a un lado la búsqueda por la verdad, la que lo va a llevar a descubrir su verdadero ser y a liberarse de su pasado tormentoso y se rinde a los demonios de su sed, atónitos también vamos sientiendo cómo toda la tensión que veníamos construyendo y acumulando tan cuidadosamente segundo tras segundo a lo largo de la agónica y trágica historia de éste sufrido personaje se descarga toda desperdiciada, en un objeto brillante, atractivo y ésteticamente perfecto pero que contrasta penosamente con su entorno: Una botella de Colombiana. De Colombiana Light.
Es como cuando uno se viene mal, que queda como de mal humor y se siente como engañado. Exactamente así queda uno después de ver un product placement tan burdo y obvio como el del ejemplo ya citado, de "Amas de casa desesperadas", del canal RCN. Alex se va acabando la Colombiana y también se va acabando la credibilidad de los personajes, de la escena, de la historia. Todo queda reducido a una sensación de desencanto y a un minicomercial de 10 segundos dentro del programa que cumple con su objetivo principal: marcarnos en la memoria, como a vacas en el pellejo, a como de lugar, la marca. Si vemos ficción para olvidarnos de la realidad por un rato, porque nos tienen que devolver tan burdamente al mundo real, donde todo está a la venta?
Claro, el negocio es la publicidad, el canal necesita los ingresos millonarios y un planito detalle de un producto x de vez en cuando no le hace daño a nadie. Colombiana (que es propiedad del dueño del canal) debió haber pagado millones por ese planito detalle y además, dirán algunos, el product placement se ha venido haciendo desde hace mucho y cineastas tan comprometidos con la historia como David Lynch (en ese famoso y burdo ejemplo de Heineken en Blue Velvet) y Stanley Kubrick han utilizado sus servicios, pero vamos a ver si dicen eso cuando llegue el dia en que a la publicidad y a los encargados de venderla y distribuirla ya no les importe pasar por encima de nada sagrado y nos impongan product placement hasta en la santa misa con el padre chucho vistiendo sotanas pat primo y tomado vino cinzano para ceremonia de resurreción.
Debe haber un límite, una barrera, un muro de contención que la publicidad no pueda cruzar, y sobre todo en tramas televisivas. Que dé la sensación de que no todo puede ser vulnerado por una marca, por la ganancia a toda costa, por el afán de vender. Ya es suficiente tener la cada vez más entrometida presencia comercial en cada ámbito de nuestra vida, desde que nos levantamos hasta que vamos a orinar privadamente al baño de un centro comercial. Ya es suficiente que la Copa Libertadores de América ya no se llame la gloriosa Copa Libertadores sino que tenga la palabra TOYOTA por delante, ya es suficiente que uno no pueda ingresar a cualquier sitio de internet sin tener que aguantarse un insolente y abusivo banner publicitario que sale repentinamente y sin pedir permiso sobre lo que uno estaba plácidamente viendo o leyendo, ya es suficiente que la publicidad se haya trasteado al interior de los noticieros de televisión y que la linea que separa al comercial de la opinión sea cada vez más borrosa, ya es suficiente no poder diferenciar entre un presentador o actor serio de televisión y un vil vendedor de productos (porque los dos hacen lo mismo) como para tener que aguantarnos un inocente "planito detalle" en la mitad de la narración de una historia, que dicho sea de paso la sume en lo no creíble y en lo chabacano, dejando en evidencia el afán por vender y la mediocridad de no saber cómo hacerlo. Y si llega el momento en el que toca, en el que ya no hay de otra, en el que la orden vino de arriba y es eso o no hacer el programa, pues que no se haga tan conchudamente, tan vilmente, tan vulgarmente como se acostumbra a hacer en los programas colombianos. Pongámosle un poco de cabeza y de ingenio al asunto y revisemos o inventémonos nuevas formas de publicitar un producto sin que el contenido sufra y sin tratar al televidente como un idiota contra el que se puede cometer cualquier cantidad de excesos sin miedo a que alguna vez se vaya a quejar. Que sea eso o alguna otra cosa, pero no más publicidad obvia y sinsentido en tramas televisivas!!!no más botellas de colombiana!!!!!
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